sábado, 26 de febrero de 2011

Prólogo


Primer capítulo del libro Sueños de Guerra, donde se plantea parte del contenido del libro. Para mas informacion de Sueños de Guerra, mira aquí


Rekir escupió.
Copos de nieve salieron de su boca para caer al suelo helado. Detrás de él, Deliron caminaba a duras penas en contra del intenso viento helado y la nieve de la ventisca. Rekir se ayudó de su hacha para pasar por encima de una cuesta helada que daba paso al siguiente valle. Deliron lo imitó pero resbaló y cayó a la nieve. Rekir lo ayudó a ponerse en pie y a subir la cuesta...
– Vamos, tenemos que llegar al Monte Blanco antes de que anochezca.
El Monte blanco era la meta. Su meta. Como hombre adulto, tenía que pasar la Prueba de Sangre para convertirse en guerrero. Durante la última semana había estado caminando junto a Deliron para conseguirlo, a través de montañas y valles helados. Ahora llegaba el final, el Monte Blanco, donde lo esperaba su pueblo, su tribu: los Cráneo de Búfalo.
Faltaba poco, un par de valles que cruzar, pero era tarde. Caminaba lento, lo sabía, pero con Deliron todavía más. Él era débil. No tenía la fuerza ni el valor de los demás, sino que era cobarde y temeroso. Miraba cada piedra como si cada una fuese un monstruo. Y siempre tropezaba. Era ridículo, no se merecía ser un guerrero. Pero tenía que llegar con el al Monte Blanco. Si lo dejaba atrás. Sería una muestra de desprecio; y el desprecio sería lo que el sufriría en su tribu.
Algo sonó a la derecha, detrás de unos matorrales. Agarró el mango del hacha y la desenfundó.
Una ardilla de las nieves salió saltando y se alejó.
Respiró aliviado.
A lo lejos, bajando por una colina hacia el valle, iban tres hombres vestidos con pieles. Los reconoció. Dos de ellos eran amigos suyos, al otro lo había conocido casi una luna antes. pero eso no importaba, todos hacían la Prueba.
Se habían separado cuatro días atrás a causa de una tormenta de nieve y Rekir había pensado que estaban muertos. Treng, el más adelantado, se llevó los puños cerrados a los costados a modo de saludo. Rekir lo imitó, junto con Deliron y los otros dos.
–Me alegro de que volvamos a vernos, Rekir –su voz grave resonó en el valle –. Juraría por mi hacha que tendría que llevar tus huesos al campamento despúes de una tormenta como esa, amigo.
- Yo también pensaba que estabas muerto, Treng -respondió con una sonrisa.
Rekir y Treng se abrazaron, junto con Gafiol; mientras que Deliron abrazaba a Veorn, su hermano.
- Vamos, tenemos que llegar al campamento esta misma noche.
Los cinco se pusieron en marcha. Rekir caminaba por delante ecuchando cómo Treng y Gafiol contaban todo lo que les había pasado desde la tormenta: como se habían refugiado en la cueva, el túnel que habían descubierto que los llevaba a un valle cercano, como Veorn había visto un dragón...
Ya estaban a mitad del valle cuando un gran rugido llenó el valle. Todos sacaron los hachas y esperaban a ver qué era lo que había rugido de esa manera.
Estuvieron así unos minutos, en silencio ñcon las manos fijas en los hachas y mirando sin parar a su alrededor.
- ¡Mirad! ¡En el cielo! -gritó Deliron.
Todos lo hicieron, pero nadie dijo nada. No lo creían posible.
- Un dragón -murmuró Treng, horrorizado.
Daba vueltas sobre el valle. Era gigantesco, de un blanco como la nieve, con alas tan grandes que podían cubrir los campamentos de las doce tribus de las montañas en un día de lluvia. El dragón soltó otro rugido, y luegó descendió hacia ellos.
Gafiol se lanzó al ataque el primero, seguido por los demás. Cuando el dragón se posó en el suelo, los vió y esperó pacientemente mientras lo rodeaban. Gafiol se precipitó hacia la cabeza del dragón, con el hacha en alto apuntando a uno de los ojos.
Con un rápido movimiento, el dragón giró la cabeza y abrió la mandibula. Sin poder frenar, el guerrero entró en la boca del dragón y las fauces se cerraron detrás de él.

Treng lo siguió el segundo, esquivó un rápido zarpazo y y golpeó el arma en un costado del dragón. el hacha no se clavó. Lo intentó otra vez. Nada. La garra del dragón volvió. Salió despedido.

Veorn vió la cola desprotegida y corrió hacia ella. Subió el hacha y lo bajó con toda su fuerza contra la cola. Rebotó. Veorn se dio la vuelta y observó con temor como el hacha caía lejos de él. Se oyó un latigueo a su espalda.

Deliron lo oyó también. Oyó como la cola del dragón se arqueaba y golpeaba. Vió como el cuerpo de su hermano volaba veinte pasos acompañado con el repugnante chasquido de la columna al quebrarse. Corrió hacia Veorn y recogió el hacha de su hermano. Se lanzó cegado por la ira hacia el dragón.
Vio fuego salir de la garganta de la bestia.

Rekir no pudo hacer nada. Tan solo pudo observar cómo el dragón alzaba el vuelo y desaparecía tan pronto como las vidas de sus compañeros de la Prueba de Sangre se esfumaban, ya fueran, engullidas, destrozadas o abrasadas.
Echo a correr.
Dos valles más adelante estaba su tribu, esperándolo.
Y llegaba tarde.




SUEÑOS DE GUERRA
Prólogo - Kerlner (1) - Sadion (1)

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